Lo importante es contarles la verdad, sin dramatizar pero sin ocultarles lo que pasa ya que es necesario que sepan qué lo que deben hacer durante el paseo, y lo que no deben hacer, tiene su trascendencia y ayuda mantener su salud y la de sus familiares. Una vez hecho esto es el momento de hacer un poco de planificación, eso ayuda a que las normas no sean algo rígido y muy serio y que se convierta en una especie de juego.
Es interesante preparar con ellos un plan: cuando vamos a salir, hasta donde vamos a pasear, quién va a salir con ellos, que juguetes se puede llevar hoy y cuales otros días, etc. de esta manera podemos introducir las normas que se han establecido de manera suave y sin que parezcan exigencias o límites a su libertad. Especial interés merece el tema de la distancia «social» y por qué hay que mantenerla. Es posible que los niños pregunten la razón por la que no pueden ir a ver a los amigos o los abuelos, por ejemplo, hay que explicarlo y en este tema dependerá de cada niño y su carácter para hacerlo de una u otra manera, pero siempre sin dramatizar.
En lo que se refiere a la mascarilla representa un «arma de doble filo» ya que si el niño no la tolera y empieza a toquetearla, será más un riesgo que un beneficio por lo que es conveniente llevarla pero colocarla solo a los niños que la toleren bien, a los que no es mejor concentrarse en la distancia de seguridad. Este aspecto merece que le dediquemos un rato para que comprendan y aprendan a calcular un metro y medio y dos metros, puede incluso suponer un juego haciéndoles que propongan ellos elementos conocidos que tengan esa medida.
Y al regresar hay que ser muy empáticos con ellos, escucharles y preguntarles sobre el paseo que acaban de dar, incluso puede ser un buen momento para subir andando por las escaleras y utilizar ese tiempo para conversar con ellos. Al llegar a casa con hacer un buen lavado de manos será suficiente ya que se habrá evitado el contacto con terceros y por lo tanto no será necesario exagerar la higiene.
