1. Mantén tu Índice de Masa Corporal por debajo de 25
El Índice de Masa Corporal (IMC) es el indicador médico que, poniendo en relación tu peso y tu altura, identifica si tienes un peso saludable o no. Se calcula a través de una fórmula matemática muy sencilla que consiste en dividir el peso (en kilos) entre la estatura (en metros), elevada al cuadrado. Es decir, IMC = Peso / Altura2
Para tener un peso saludable, tu IMC debe estar entre 18,5 y 24,9. Por el contrario, si superas el 25, tienes un ligero sobrepeso y por encima de 30, existe obesidad. De la misma forma, por debajo de 18,5 se considera un peso bajo que, igual que el sobrepeso, también debería ser tratado por un especialista.
2. Controla tu perímetro abdominal
Solo si eres Papá Noel está permitido que tu barriga sea similar al de un embarazo avanzado. Con el sobrepeso se produce un aumento del perímetro abdominal y esto es porque este es un lugar de acumulación de grasa. Y si hay grasa en la barriga, puedes imaginar que también la habrá en tus arterias… Tener una buena panza, por lo tanto, siempre es indicador de que no hay buena salud cardiovascular.
En el caso de las mujeres, es importante mantener el perímetro abdominal por debajo de 88 centímetros y en el de los hombres el máximo debería ser 102 centímetros. Es muy sencillo realizar un autocontrol sobre ello con una cinta métrica tipo “modista” con la que poder tomarte medidas con regularidad.
3. Revisa tu tensión arterial
Incluso una persona sana debería revisarse, aunque fuera solo una vez al año, su tensión arterial ya que éste indicador es básico para saber cómo funciona nuestro corazón y por lo tanto, nuestro cuerpo.
La tensión siempre debería estar por debajo de 140/90 mmHg, un dato que sólo podrás conocer con un tensiómetro, ya sea en la consulta del médico, en la farmacia o con uno casero. Si eres hipotenso, por ejemplo, y tu tensión está por debajo de estas cifras, es posible que sufras mareos en función de la actividad que estés haciendo o incluso según tu estado de ánimo. Saber que puede ocurrirte y cómo reaccionar en tales casos (beber agua, levantar las piernas, utilizar medias de compresión…) puede ser de gran ayuda.
Lo mismo sucede en el caso de la hipertensión, mucho más peligrosa e importante de controlar sobre todo para quienes hayan sufrido algún problema cardiovascular. Realizar un control médico regular y tener siempre disponible medicación para bajar la tensión es básico.
4. Revisa tu colesterol y glucosa
A nadie le amarga un dulce, pero muchos… pueden pasarte factura. La alimentación saludable -junto con el deporte- es la única garantía de poder controlar estos dos indicadores: colesterol y glucosa.
El colesterol, que aumenta fácilmente con la ingesta de grasas saturadas, debe mantenerse por debajo de los 190 mg/dl. La glucosa, que aumenta aumenta con los carbohidratos aunque mucha gente no lo sabe, debe estar en un nivel máximo de 110 mg/dl.
5. Visita a tu especialista con regularidad
Nada de lo que te hemos explicado anteriormente tiene sentido si, cuando alguno de los parámetros falla, no recurres a un especialista. La detección temprana de las dolencias es imprescindible para poder ponerle solución y evitar así que lleguen a afectar al corazón. Recuerda que con tu seguro de salud tienes acceso directo a los médicos especialistas, tanto para poder realizarte chequeos regulares como para poder seguir tratamientos concretos en caso de que así te lo indiquen.
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Fuente: fundaciondelcorazon.com