La expansión de los seguros en el último siglo ha sido de tal magnitud, cubriendo cada vez más y más riesgos, que hoy en día sería casi imposible imaginar el funcionamiento de nuestra sociedad sin ellos.
¿Quién se atrevería a construir un edificio sin una cobertura en caso de derrumbe? ¿Quién pondría en el aire un avión sin un seguro que indemnizara a sus pasajeros en caso de accidente? ¿Saldríamos a la carretera aun a riesgo de tener que pagar de nuestro bolsillo un siniestro con otro vehículo? No podemos imaginar cómo viviríamos sin aseguradoras pero sí comprobar, en casos concretos, cómo la existencia de un seguro ha ayudado a resolver una situación que de otra forma habría tenido un final dramático.