En la vida de una persona cualquier cosa puede pasar, y en la muerte no digamos. Porque hay muchas cosas que lo mismo pasan o no, pero hay una que todos y cada uno de nosotros, incluyendo nuestros seres queridos, vamos a tener que sufrir: el fallecimiento.
Una circunstancia que se podría plantear es aquella en la que el fallecimiento de un familiar se produzca en el extranjero; es lo que ocurre, por ejemplo, cuando una persona muere inesperadamente estando de viaje. En este caso, al dolor y los problemas habitualmente relacionados con un hecho así, vienen a sumarse un montón de gestiones necesarias para traer de vuelta a casa los restos de nuestro ser querido y darle sepultura donde quizás siempre quiso reposar.
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