Suena raro leer la palabra “chiringuito” en pleno octubre, ¿verdad? Evoca playa, canción del verano y vacaciones. Y la expresión “chiringuito financiero” no es que suene raro, es que hace cortocircuitar al cerebro más pausado. ¿Qué es un “chiringuito financiero”? ¿Un videoclip de Georgie Dann con corbata? ¡No, no…! Es más sencillo que todo eso. Te lo explicamos aquí, gracias a Estamos Seguros.
Las aseguradoras, los bancos y las gestoras son empresas que se encuentran supervisadas por el Estado. Su papel de entidades financieras les exige inscribirse en unos registros públicos y cumplir con unos requisitos de solvencia para estar en disposición de cumplir con sus clientes cuando haga falta. Clientes como tú, por supuesto. De revisar que todo está en orden se ocupan los llamados supervisores financieros. En España, la Dirección General de Seguros y Fondos de Pensiones (DGSFP) se hace cargo de la actividad aseguradora. Las entidades de crédito son controladas por el Banco de España y la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) se hace cargo, como indica su nombre, de todo lo relacionado con los mercados (acciones, bonos, firmas de inversión, instituciones de inversión colectiva…).
¿Qué diferencia una fábrica de paraguas de una aseguradora? ¿Y una aerolínea de un banco? Todas ellos son empresas y, como tales, prestan un servicio a sus clientes. Pero entre el sector financiero y otras industrias hay una diferencia: la actividad financiera se encuentra supervisada. ¿Supervisada? ¿Eso qué es? Y sobre todo, ¿por qué se la supervisa?
Vamos allá… Las aseguradoras, los bancos y las instituciones de inversión colectiva (como los fondos de inversión, por ejemplo) gestionan dinero de terceras personas. En el negocio asegurador, por ejemplo, el dinero que aportan todos los clientes sirve para pagar los percances que padecen algunos de ellos.
Pero claro, ese ejercicio debe realizarse siguiendo unos criterios de prudencia. Una aseguradora siempre debe estar en disposición de cumplir con el compromiso que ha adquirido con el cliente que les confió sus ahorros. Ya sea reintegrarle un dinero que tenía ahorrado o pagar un siniestro. ¿Y cómo se logra eso? Pues cumpliendo unos estándares de solvencia. Y aquí es donde entra la supervisión.
Los Estados cuentan con organismos que se encargan de comprobar que las entidades financieras cumplen con esos requisitos de solvencia
Que siempre tienen una cantidad de dinero razonable a mano para las peticiones que, en condiciones normales, puedan recibir. Hay muchos sistemas de supervisión financiera en el mundo pero, en España –como en la UE, por cierto–, hay tres supervisores. Seguro que te suenan. Son el Banco de España, la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) y la Dirección General de Seguros y Fondos de Pensiones (DSGFP). Se ocupan, respectivamente, de las entidades de crédito (bancos, cajas, cooperativas, financieras…), las emisiones de títulos (acciones, bonos…) y la actividad de seguros (aseguradoras, agentes, corredores…).
La actividad financiera es un trabajo que exige una gran responsabilidad. Por eso, los supervisores exigen a las aseguradoras, los bancos y las gestoras contar con una “ficha” o licencia para operar. Además, tienen que registrarse en su correspondiente registro público para que, quien quiera, pueda comprobar que son operadores debidamente supervisados y autorizados. Cada supervisor tiene su registro. Aquí puedes visitar los del Banco de España, la CNMV y, por supuesto, el que se ocupa de los seguros: la DGSFP.
Autorización, registro, control de la solvencia… Toda esta labor que desarrolla el Estado se hace para que tú, el ciudadano de a pie, puedas confiar tu dinero a instituciones fiables. Tus ahorros son muy importantes porque contribuyen a generar riqueza y a preservarla. Ya sea financiando la construcción de unas oficinas o indemnizando el incendio que destruyó una fábrica.
Las viejas pólizas de seguro de hace un siglo o más solían tener en su parte de arriba, con grandes letras, la cifra del capital social de la aseguradora. Aquélla era la forma que entonces existía de hacer patente ante el cliente de un seguro la solvencia de quien lo ofrecía y administraba. Hoy en día, eso no se hace; pero eso no quiere decir que la solvencia haya desaparecido. Tan sólo se ha hecho más exigente, sofisticada y sensible a los riesgos asumidos por las aseguradoras.
La solvencia de una aseguradora, hoy, se calcula mediante un conjunto de fórmulas muy complejas que, probablemente, no conoces; pero que, sin embargo, son la mayor garantía que tienes de que tu asegurador no sólo va a estar donde tú quieres que esté hoy, sino también mañana y dentro de 10 o 20 años. El sistema actual de solvencia es un sistema basado en riesgos, lo cual quiere decir que, para una serie de riesgos o eventos desfavorables que fija el legislador, el asegurador tiene que preguntarse qué perdidas tendría si dichos eventos se produjesen.